Opinión

El cooperativismo como modelo de futuro

La crisis vivida en los últimos años nos ha hecho cuestionar las bases sobre las que se ha construido el modelo económico vigente. Nos hace pensar en relación a las necesidades sociales y económicas de los gobiernos y la ciudadanía. La economía social y especialmente el modelo cooperativo debe tomar relevancia para acompañar a la transformación económica y social que necesitamos.

La economía social es un modelo absolutamente válido para cualquier sector de actividad. Muchas veces algunos discursos interesantes relegan a esta economía al sector servicios y/o a sectores en los que la producción del trabajo se pueda hacer a pequeña escala o en sectores feminizados.

Según la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada. Aparecen tres aspectos clave sobre las PERSONAS (hay que dar valor a la persona por encima del capital, y con eso conseguir que las personas seamos partícipes en la construcción del futuro), la DEMOCRACIA (el modelo de gestión participativa y comprometida permite construir con la mirada más lejos del corto plazo y de los resultados inmediatos) y la PROPIEDAD CONJUNTA (de los socios y socias de forma igualitaria).

Poner en juego a las personas, la democracia y la propiedad conjunta es posible en cualquier tipología de proyecto. La actividad educativa debe transmitir el potencial que aporta la economía social y los valores que impregnan el modelo. También es clave que haya un compromiso de las administraciones públicas para la promoción y divulgación del model cooperativo para generar cultura y llegar a toda la ciudadanía.

El modelo cooperativo evidencia que trabajando desde los valores, una sociedad basada en la cooperación será mejor que una basada en la individualidad. La experiencia nos demuestra que ser cooperativista forma parte de una creencia individual pero también de un aprendizaje constante.

El cooperativismo toma más fuerza (si es posible) porque valores como la solidaridad y el bien común son esenciales, no para salir de la crisis, sino para construir esta nueva era en la que, sin darnos cuenta, estamos inmersos.

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